Sala 96

<  Volver

<

Alcobé se atreve a desentrañar la materia de la industria, lo inorgánico para poder dotar de una nueva vida aquellos reflejos internos que vienen directamente de lo estricto e impuro.

Los materiales están cargados de historias entrelazadas que se reconstruyen para dar forma a la esfera y una visión particular sobre el movimiento, la adicción al avance y la fragilidad que nos deja al borde de lo inevitable donde todos temen por su destino. Descubrimos secretos en las formas, en los misterios que revelan la creatividad y la transformación del material en el mensaje que nos reitera sobre un origen que si bien no es claro tiene una conexión no solo con la naturaleza, más bien con toda forma material que se ha evolucionado desde la primera pizca de polvo del universo hasta la consciencia. Las vivencias se desdibujan en los espectros del tiempo que explora el artista, los límites del Universo que dan a la vida concebida como movimiento dentro de nuestras fronteras internas.

 

El hombre, consciente de sus internos sabe que dará múltiples batallas, que observará la expansión y energía transformando se en una interminable cadena que produce siempre efectos de transformación: del lenguaje, de la interpretación del mundo, de una época y de la fusión entre la vida con las visiones del día a día, en el yo interno.

 

En la obra no es el objeto lo que vemos sino su reflejo. No existe movimiento, lo que hay sino la sensación donde la velocidad depende de nosotros y de la constante a pertenecer a la luz que no envejece. Transformamos la quinta esencia sin nombre en las trascendencia de la inmortalidad, la eternidad retando por primera vez los tratados del tiempo hacia nosotros. El polvo ya no era tierra ni hombre.

 

La historia de Eduardo Alcobé no solo como artista sino como científico solitario que indaga dentro de sí para trazar o construir lo fascinante de la mente humana y sus descubrimientos. Nuestras vidas están llenas de vueltas y giros inesperados, algunos creen que no hay nada más que aleatoriedad, azar, otros dicen que somos impulsados por la voluntad de Dios o la energía del universo, ambas creencias podrían hacer la diferencia entre la vida y la muerte, porque la mente humana podría tener un poco de poder oculto para desatar la vida como un ensueño.

Mariame Reyes.

>